HISTORIA DE VALLPINEDA
Índice de contenidos:
HOMBRES Y NOMBRES DE LA URBANIZACIÓN
LOS TERRENOS.- EL CORRAL D’EN ROIG
LOS TERRENOS; LA COMA D’EN SEGARRA
OTROS ACTOS, CELEBRACIONES Y ACONTECIMIENTOS
INTRODUCCIÓN
Nuestra historia es una trascripción de la que se publicó en los Boletines Informativos desde Diciembre de 1.985 hasta Diciembre de 1986 y que no se pudo completar por fallecimiento del Sr. Casanova.
Escribimos la historia de Vallpineda en la que intentábamos narrar la forma en que nació nuestra Urbanización, el nombre de las tierras en que está ubicada y la pequeña historia de las gentes que poseyeron o habitaron dichas tierras.
Explicamos como el Sr. Adeva fue el “descubridor” del lugar y como conectó con los Sres. Casanova y Amírola, con su empresa HBSA, que fueron los promotores del gran proyecto.
Hablamos de los técnicos, profesionales y empresarios que intervinieron en su realización y del porqué del nombre de Vallpineda y la nomenclatura de sus calles, de los terrenos del Corral d’en Roig, la coma d’en Segarra, el Fondo d’en Jacas, el Fondat, el mas d’en Lliri y otros.
Comentamos a lo largo de esa pequeña historia cuales fueron las primeras construcciones, el hallazgo del pozo grande y explicamos como se llevó a cabo la realización del complejo que abarca Restaurante, terrazas, piscinas, pistas de tenis y frontones y que hoy conocemos como Centre Esportiu de Vallpineda.
Contamos las fiestas que allí se organizaron y los personajes famosos que desfilaron por Vallpineda en sus primeros tiempos, así como los actos de carácter socio-deportivo que tuvieron nuestra Urbanización como marco.
Esta pequeña historia de Vallpineda podría terminar con el nacimiento de nuestra Cooperativa. Esta surgió como vía de solución ante las dificultades por las que atravesaba la empresa promotora. Se creyó que era éste el único camino viable y el tiempo se encargó de demostrar que la medida tomada fue un acierto.
La Cooperativa hasta ahora ha funcionado y gracias a ella y a su organización Vallpineda ha ido avanzando y ha llegado al momento actual de vitalidad y desarrollo.
Pero no quisiéramos terminar esta pequeña historia de Vallpineda sin recordar una vez más que el auténtico creador de nuestra Urbanización, el hombre que hizo posible la Vallpineda de hoy, fue Diego Casanova Muñoz (Con sus fallos o errores, que los tendría como todo ser humano). Pero nadie puede negar que Vallpineda fue su obra, una obra a la que dedicó su esfuerzo y sus ilusiones y que enfocó, creemos nosotros, con un exceso de generosidad, que de ello tenemos testimonios ciertos.
Por eso, tal y como dijimos al principio de nuestra narración, este humilde trabajo de la historia de Vallpineda quiere ser un homenaje a la memoria deDn. Diego Casanovas Muñoz.
UNA VISTA MAJESTUOSA
Saliendo de Sitges por la carretera hacia Sant Pere de Ribes, si al hallarse en ese repecho cerca de la cruz de término, uno vuelve la vista a su izquierda, podrá comprobar que se ofrece ante sus ojos una panorámica impresionante por su belleza.
Tras los vetustos algarrobos, una planicie de viñas y campos bien dibujados, y al otro lado de la vía férrea el pueblo recogido, como encantado, recortándose sobre el azul del Mediterráneo. Es, en realidad, un cuadro único e inigualable.
Cuentan que en las primeras décadas del siglo veinte, cuando acudían a Sitges artistas y literatos a raíz del “boom” que supuso el padrinazgo de Rusiñol y sus fiestas modernistas, los intelectuales de Sitges encabezados por Carbonell y Gener, acompañaban a los ilustres huéspedes, hasta el lugar que hemos descrito para que estos quedaran embelesados ante el soberbio espectáculo que presenciaban.
Es de suponer que los Rubén Darío. Albeniz. Chesterton. García Lorca, etc. quedaron maravillados, ya que por aquel entonces, sin algunos edificios que luego han venido a romper, en parte la armonía del conjunto, este era, si cabe, más admirable.
Y esto es lo que debió sucederle, cuarenta años más tarde, al Sr. Adeva.
EL SR. ADEVA LLEGA A LA CREU. . . .
Emilio Adeva Fernández vivía en Barcelona a principios de la década de los sesenta y se dedicaba a la compra y venta de inmuebles. Por aquel entonces el Sr. Adeva recibió el encargo, por parte de un cliente de buscar una finca rústica de grandes dimensiones para ubicar en ella una urbanización que era una forma de inversión que en aquellos momentos estaba de moda, por decirlo de alguna manera. .
Como durante la semana estaba demasiado ocupado, el Sr. Adeva se dedicaba los domingos a darse una vuelta por las comarcas cercanas y a la vez que le servia de distracción y esparcimiento le permitía ir buscando lo que le habían encargado.
Conociendo al Sr. Adeva, hombre dinámico y trabajador donde los haya, uno comprende ese proceder, entre deportivo y práctico de meter a su familia en el coche, alejarse de la ciudad hacia espacios más abiertos, disfrutar de la naturaleza y, en cierta manera, seguir trabajando. Una mezcla de expansión y laboriosidad muy práctica y digna de elogio.
El caso es que, el Sr. Adeva y su familia llegaron un día a esa cruz de término, que las gentes de Sitges llaman la Creu de Ribes y los de Sant Pere de Ribes denominan la Creu de Sitges a pesar de que la cruz es solo una.
Desde allí y mirando hacia el mar, los Adeva comprendieron que habían encontrado el lugar ideal.
Y cuanto más alto subieran más se ensancharía el extraordinario paisaje. El Sr. Adeva se encaramó por el camino que se iniciaba al otro lado de la carretera y subía entre pinos hasta alcanzar la cresta de la colina o carena. Ese camino, como más tarde sabría el Sr. Adeva se llamaba la “carrerada” (cañada) y atravesaba toda la zona de lo que hoy conocemos como Vallpineda, pasando por lo que ahora denominamos Avenida de Santiago Rusiñol y saliendo al fondo junto a la masía de los Pujadas, donde al parecer aún puede encontrarse el mojón que señalaba el camino.
Por esa ruta, y a través de las montañas desfilaban en su época, y desde tiempo inmemorial, los rebaños trashumantes.
Cuando el Sr. Adeva llegó a alcanzar la carena se le disipó cualquier duda que pudiera haber albergado porque a su frente la maravilla se había ampliado y desde allá arriba podía divisar; hacia levante, más allá de Aiguadolç y La Caleta, y por Terramar, hacia poniente, el sector de Les Coves, platja de l’Home Mort e incluso el Puerto de Vilanova. Por si fuese poco a su espalda un hermoso valle que el Sr. Adeva con su carácter activo y emprendedor ya debió imaginar cruzado por avenidas y plazas y repleto de graciosas construcciones.
Al atardecer de ese día, los Adeva regresaron, como otras veces a Barcelona, pero al día siguiente, lunes, Emilio Adeva volvió al lugar elegido y se acercó con el coche al Ayuntamiento de Sant Pere de Ribes en busca de información.
PREMIO A LA CONSTANCIA
D. Emilio Adeva, estuvo hablando con el único guardia, que en aquel entonces había en el pueblo. Se llamaba Pere Romanyó Alba y había nacido en La Garrotxa, en un pueblecito cerca de Olot. Hoy 25 años más tarde, podemos añadir como dato curioso, que el municipio de Sant Pere de Ribes, cuenta con 18 policías municipales en la plantilla de su Ayuntamiento. El guardia, escuchó con atención al Sr. Adeva y le prometió indagar acerca de algún propietario de la zona que estuviera dispuesto a vender.
Unos días más tarde, el Sr. Adeva, recibió una llamada telefónica en la que el Sr. Romanyó le comunicaba haber encontrado lo que necesitaba. Fue así como el Sr. Adeva tuvo la primera entrevista con los hermanos Pujadas, propietarios de la finca denominada Corral d’En Roig. Era el 1º de Noviembre de 1.960.
La mencionada finca abarcaba la parte alta del bonito valle que el Sr. Adeva había admirado el día de su llegada y constaba de unas 15 hectáreas, es decir unos cuatro millones de palmos cuadrados.
Pronto llegaron a un acuerdo acerca del precio que el Sr. Adeva consideró correcto, siempre pendiente y a la espera de que a su vez, el cliente que le encargó el trabajo, consideraba interesante la oferta.
Y aquí surgió un tremendo inconveniente porque el cliente del Sr. Adeva renunció, inesperadamente, a la compra de la finca el Corral d’En Roig (ni siquiera llegó a verla) porque para atender a otros negocios había tenido que invertir, unos días antes, casi todo el dinero de que disponía.
O sea, que podríamos decir que tanto el Sr. Adeva, como los Pujadas, como el propio terreno, se quedaron, como vulgarmente se dice, “compuestos y sin novia”.
Durante año y medio, de forma insistente e incansable, el Sr. Adeva fue trayendo gente, posibles compradores, a visitar su descubrimiento. Pero la cosa no llegaba a cristalizar. Esta etapa la describe el propio Sr. Adeva como un pequeño calvario. Pero ya es sabido que la voluntad y constancia acostumbran a tener su premio, y así un día conversando con un amigo y colega suyo apellidado Rubio, éste le aseguró conocer a la persona que podía encajar en el proyecto. Y le presentó al Sr. Casanova.
UN HOMBRE EMPRENDEDOR
Diego Casanova Muñoz contaba a la sazón 42 años de edad. Aunque nació en Málaga, por accidente, según sus propias palabras, de padre vasco y madre andaluza, vivía en Barcelona, desde los tres meses de edad. Tras cursar sus estudios, se dedicó desde su propia gestoría que instaló en la Rambla Cataluña al asesoramiento de empresas, fundando más tarde una sociedad inmobiliaria denominada H B S A en la que también participó, Miguel Amirola Abad, un amigo de estudios con el que siempre había mantenido una buena relación y que fue quien le propuso la idea de dedicarse a comprar viejos edificios en Barcelona, para convertirlos en viviendas independientes que luego vendían por separado, en régimen de propiedad horizontal, con una relativa facilidad.
Fueron unos años de trabajo intenso y continuado en esta actividad en la que cada vez fueron surgiendo más firmas competidoras, como Núñez y Navarro, que según palabras del Sr. Amirola les hacían aconsejable buscar otros cauces de inversión para evitar esa competencia cada vez mayor.
Entonces decidieron jugar la baza de las fincas rústicas comprando en zonas donde pudieran urbanizar o parcelar y vender luego el terreno segregado.
Todos los miércoles y sábados los dedicó, a partir de entonces, el Sr. Casanova a recorrer la costa catalana, desde Tarragona al cabo de Creus, buscando con su reconocido buen ojo terrenos propicios para futuras operaciones. Compró y vendió en Aiguafreda, también en Lloret, frente a la playa de Fanals, vio terrenos que le encantaban cerca de S’Agaró, pero allí nadie podía competir con Ensesa, el viejo león, como lo describía el Sr. Casanovas, el hombre que en aquellos años arrastró al “todo Barcelona”a sus memorables fiestas de su Gavina. Allí hubiera sido un suicidio meterse a competir.
¡ Decidí imitar a Ensesa, “pero en otro escenario” ! diría luego el Sr. Casanova.
Entonces se le ocurrió que el terreno que le brindaba el Sr. Adeva estaba muy cerca de Barcelona y tenia en ese aspecto una gran ventaja sobre la Costa Brava.
Aunque la verdad es que al llegar al Corral d’En Roig el Sr. Casanova se dio cuenta de que la finca estaba demasiado alejada de la carretera y que no había accesos a la misma salvo por la mencionada “carrerada” y esto le desanimó al principio.
El lugar, era precioso, en efecto, tal como el Sr. Adeva le había descrito pero la finca quedaba encajonada. Si se decidió a comprarla fue porque el precio le pareció bueno. Aunque en opinión del Sr. Casanova, no se puede hablar de que fuese barata porque en las condiciones de aislamiento en que se encontraba la finca, no valía más que el dinero que se pagó por ella.
La compra-venta se realizó en el mes de Junio de 1.962
LA URBANIZACIÓN Y EL AGUA
Lo primero que el Sr. Casanova se preocupó de solucionar, fue el problema de acceso a la finca comprada. Para ello se vio obligado a comprar otras fincas vecinas que fueron; la Coma d’En Segarra propiedad de Dª Montserrat Roig Robert y el Fondo d’En Jacas que compró a Dª Mercedes Amell Jacas, con lo que ampliaba enormemente la superficie disponible y la futura urbanización, parecía que iba tomando cuerpo. Aún se logró que la Sra. Teresa Ráfols Vda. Jové, cediera una pequeña parte de su propiedad frente a la Creu para poder al fin acceder a la carretera por esa entrada que ahora llamamos de la Creu o de las banderas.
A principios de 1.963 comenzó el trazado de calles, empezando a urbanizar toda la zona de Sant Pere de Ribes, ya que eran éstos solamente los terrenos adquiridos y los promotores se lanzaron a esta aventura sin haber encontrado agua todavía. Porque la primera perforación en el pozo que llamamos del Club Vallpineda dio, a parte de un trabajo muy costoso, la insuficiente cantidad de 5.000 litros – hora por lo que el Sr. Casanova, tuvo que negociar con la Compañía suministradora de aguas de Sitges, la posibilidad de llevar agua a la urbanización, negociaciones que no llegaron a cristalizar porque las condiciones de la mencionada compañía le parecieron desorbitadas al promotor.
Entonces decidieron probar suerte, de nuevo, perforando en otro lugar.
Aquí podríamos decir que entra en escena un personaje importante que el Sr. Casanova siempre recordó con agradecimiento; fue el geólogo José Sans i Coret que al llegar a este lugar dijo solemnemente: “ En este terreno, coge un sombrero, tíralo al aire, y allí donde caiga haz un agujero, que encontrarás agua” Y añadió a continuación: “ Eso sí. tendrá que llegar bajo el nivel del mar”
Luego, señaló el lugar más aconsejable para la ubicación del pozo según su autorizada opinión que además coincidió con la del zahorí experto de la zona, Sr. Milá, que fue el encargado de perforar y confeccionar el pozo.
Esta vez el éxito fue tan rotundo que podríamos decir que sorprendió a la propia empresa y los 132.000 litros – hora tuvieron la virtud de encender el entusiasmo del promotor, que pensó en ampliar la urbanización, y decidió embarcarse en un proyecto más ambicioso.
Así vendría luego, la compra de los terrenos de la zona de Sitges, el Mas d’En Lliri, que se compró a la familia Robert, otros terrenos, a D. Santiago Rubíes Acarin, el Fondat o Fondach, a la familia Camps, el fondo del Hospital a los hermanos Pujadas, etc.
Y quedó confeccionado el mapa definitivo de lo que luego se bautizaría con el nombre de Vallpineda.
¿ POR QUE VALLPINEDA?
No fue nada fácil ponerle un nombre a la urbanización. Se barajaron docenas, D. Diego Casanova pretendía un nombre con fonética tanto castellana como catalana. Para evitar suspicacias de uno u otro signo.
Un nombre que tuvo muchas posibilidades fue el Racó o bien el Rincón. Pero un buen día un colaborador del Sr. Casanova, llamado Luis Grau Fontova lanzó el nombre al aire, Vallpineda, y las demás personas presentes parecieron agarrarse a él. Y se formó un pequeño coro, repitiendo el nombre como apagados ecos: Vallpineda. Vallpineda.
La cosa parece estar clara, el valle y la pineda (el pinar) porque el valle estaría lleno de pinos, claro.
Pues bien, parece ser que no fue exactamente así. El valle en efecto, estaba ahí y ahí sigue estando, que nadie se lo ha llevado, pero los pinos, como diría el Sr. Casanova, hubimos de inventárnoslos. Porque en aquel entonces eran más bien viñedos y algarrobos lo que dominaba en la zona con algunos pinos, sobre todo en las partes altas, que fueron suficiente para darle verdor y frescura al nombre.
HOMBRES Y NOMBRES DE LA URBANIZACIÓN
Quisiéramos aquí dejar constancia de los primeros profesionales que trabajaron en la urbanización, y para ello hemos confeccionado esta relación:
Ya quedó dicho que fue el año 1.963 el año en que se iniciaron las obras, siendo la empresa de Juan Aragó la encargada del movimiento de tierras y la empresa Mariano Torres la que asfaltó y construyó los bordillos.
La red de aguas se debe a la dirección técnica de D. José Sans i Coret mientras el alumbrado público corrió a cargo de la Industrial Nervión de Manuel Molini. Intervinieron como arquitectos los Sres. Grau Barbera por la zona de Sant Pere de Ribes y Pérez Ullivarri en el sector de Sitges.
Otros arquitectos que tomaron parte en diversos trabajos fueron Jesús Gandullo y Esteban Pones, éste último como director del proyecto de los bungaloes. Como aparejadores intervinieron José Pascual y Juan Vidal.
La jardinería corrió a cargo de la empresa Margarit. Cuando la empresa Hogar Barcelonés S.A. acometió la construcción del complejo del restaurante – piscina – pistas de tenis, la propia empresa tenía sus secciones con los respectivos encargados responsables, que eran Antonio Luque en albañilería, Víctor Malvar en carpintería y Manuel Navarrete en electricidad.
La piscina y las pistas de tenis, (hoy Centre Esportiu de Vallpineda) incluso las del parque infantil (propiedad actualmente de Cooperativa), las realizó Reindesa – Corbera.
Y el proyecto y la dirección de la jardinería del restaurante corrieron a cargo del Sr. Miras de Parques y Jardines de Barcelona.
OTROS COLABORADORES
Algunas de las primeras torres que se construyeron, el restaurante y los bungaloes, fue obra de la empresa HBSA (Hogar Barcelonés S.A.)
Los estudios, bocetos y proyectos previos se llevaban a cabo en el despacho de la Rambla de Cataluña de Barcelona, donde un equipo de colaboradores se esforzaba en plasmar sobre el papel las ideas que iban surgiendo, especialmente las directrices que trazaba el Sr. Casanova aunque luego todo ello pasara al arquitecto correspondiente que debía pulirlo y hacerlo viable.
Así sucedió por ejemplo, con el caso de los bungaloes, una idea que el Sr. Casanova copió de una revista extranjera y cuyo proyecto ampliado fueron madurando y perfeccionando en la oficina para luego prácticamente completo entregarlo al arquitecto para su realización.
El conocido sobrenombre de “quesitos” con el que mucha gente denomina a los bungaloes, proviene de que mirados desde lo alto recuerdan esas cajitas de queso en porciones que las señoras compran en el supermercado de la esquina.
Eran muchas las personas que trabajaban en el mencionado despacho de Barcelona aunque los más cercanos a la dirección eran D. Luis Grau Fontova, el profesor mercantil D. Francisco Castillo y el Sr. Fuentespina, contable, entre otros.
Otra de las misiones de los honores del despacho, fue la de organizar el sistema de publicidad que desde el célebre “slogan” “a 900 metros de Sitges” con su enorme difusión, pasando por los autocares que de forma gratuita llevaban y traían incesantemente a los visitantes desde La Fragata en la playa de Sitges a Vallpineda y viceversa, y acabando en la preparación y montaje de diferentes actos de todo tipo y notas y escritos en la prensa, contribuyeron en gran manera a divulgar y hacer conocido el nombre de Vallpineda.
LAS CALLES Y SUS NOMBRES
Aparte de encargarse de la venta de los terrenos y de coordinar las obras que se iban realizando, el Sr. Adeva se encargó en los cuatro años en que estuvo al lado del Sr. Casanova de trazar calles y plazas, contando con la colaboración del Sr. Ditxós que era el topógrafo contratado.
Las calles de Vallpineda fueron bautizadas echando mano del santoral y dedicándolas a través del mismo a los familiares de los “protagonistas”.
Así por ejemplo, tenemos Avda. Santísima Trinidad, Paseo San Diego y Paseo San Alberto en honor de la esposa e hijos de D. Diego Casanova.
La Avda. de Santa Isabel y Ntra. Sra. de los Ángeles por las señoras de Amirola y de Adeva respectivamente mientras se dedicaba a la señora de Luis Grau la calle de Sta. Águeda.
Otras calles tomaron los nombres de artistas vinculados a Sitges, Avda. Santiago Rusiñol, Ramón Casas, Miguel Utrillo.
Dos calles. Mercedes Amell y Hermanos Pujadas fueron dedicadas a los antiguos propietarios de los terrenos en donde están ubicadas, mientras el Paseo Fondat y el Paseo Mas d’En Lliri recuerdan nombres de antiguas fincas.
Ignoramos quien fue el que bautizara el Paseo de Miramar con ese nombre ya que son muchas las calles de Vallpineda desde de las que se divisa el mar.
Y tampoco sabemos porqué se recuerda en una calle de nuestra urbanización al General Prim, el militar reusense que adquiriera gran prestigio en la guerra de Marruecos el pasado siglo. El Paseo de las Acacias se debió, sin duda a los árboles que allí se plantaron.
Albéniz y maestro Falla, no hace falta comentarlo, en honor de estos compositores. Y por último Bartolomé Soler, dedicado este escritor que estuvo varias veces en Vallpineda en los tiempos “gloriosos” del Restaurante.
LOS TERRENOS.- EL CORRAL D’EN ROIG
Hemos comentado que el primer terreno que se compró fue la finca denominada del Corral d’En Roig. Luego vinieron todas las demás pero si la urbanización nació de alguna forma ésta primera finca fue su origen.
Ya hemos comentado, también, que el Sr. Casanova la compró a los hermanos Pujadas. Y que incluso hay una calle que lleva el nombre de estos antiguos propietarios.
Los hermanos Pujadas; D. Dimas y D. Primitivo, eran unos industriales que habían tenido una importante empresa de pintura en Barcelona y que más adelante, ya retirados, se volvieron a vivir a Sitges de donde eran oriundos. Poseían un chalet en el Paseo Marítimo de Sitges, casi frente al monumento al Dr. Benaprés y junto a ese chalet tenían, además, un hermoso solar que en su día cambiaron, en una curiosa permuta, por unos terrenos ubicados en el límite del término de Sitges en el lugar denominado Fondo del Hospital y otros ya en término de Sant Pere de Ribes llamados El Comillaret y el Corral d’En Roig.
Los Pujadas al vender la finca del Corral d’En Roig se reservaron la parte alta de la misma que aún pertenece a Dª Enriqueta Pujadas, hija de D. Primitivo y que comprende la Masia, la era, junto al Castillo y los terrenos circundantes.
Esos terrenos que compusieron el lote de la permuta habían pertenecido desde muchas generaciones anteriores a la familia Roig el último de cuyos descendientes moría en Sitges en 1.905 en su casa de la calle Jesús, exactamente donde hoy está ubicado el Banco Hispano Americano. Se llamaba Francisco Roig y estaba casado con Dª Madrona Rigol que al enviudar se marchó a vivir a Barcelona donde años más tarde se casaría en segundas nupcias con D. Vicens Miret.
Como no tuvieron descendencia la herencia fue a parar a manos de varios sobrinos que fueron los que realizaron la permuta que hemos narrado con los hermanos Pujadas.
Por aquel entonces vivía como masovero en la Masía y trabajaba las tierras, Joan Colet Olivella, que cuenta en la actualidad 71 años de edad y nos contó que ya su padre Pere Colet Mata y su abuelo Joan Colet Raventós, habían trabajado y vivido en la finca como “masoveros”.
A finales de los años cuarenta, cuando los Pujadas eran los nuevos dueños del Corral d’En Roig, la marquesa de Najera que pasaba largas temporadas en Sitges, solicitó y obtuvo el permiso de los propietarios para construir junto a la Masía una minúscula casita en donde venía a pasar algunos ratos de relajante sosiego junto a su inseparable secretaria Ana María Cajigal. Tengamos en cuenta que situados en ese lugar no podía verse ninguna otra edificación, tan solo campos y arboleda, lo que unido a la extremada quietud de la zona, daba la sensación de hallarse como lejos de la civilización, cuando en realidad no era un lugar apartado y la marquesa y su acompañante se acercaban a él paseando casi todas las tardes.
Más adelante la marquesa de Najera, marchó a vivir a Solares, en Santander, donde poseía una gran finca llamada Tudanca y ya no se acercó más por su apacible retiro, con lo que los Pujadas en la reforma realizada en el año 1.968 demolieron la casita de la marquesa y la Masía volvió a adquirir su aspecto anterior.
Lo que no impide que a veces hayamos oído comentar en un tono entre misterioso y confidencial “Dicen que aquí, antiguamente, había vivido una marquesa…”
Aunque el último Roig vivió y murió en Sitges como ya henos mencionado la casa “pairal” de esta familia se encuentra en Las Torres y es propiedad actualmente de la familia Guillaume.
LOS TERRENOS; LA COMA D’EN SEGARRA
La Coma d’En Segarra era una finca que partía en dos la propiedad del Corral d’En Roig, dejando en la parte Norte el corral y parte de las tierras y al Sur lo que llamaban el Fondo d’En Roig.
La Coma d’En Segarra alcanzaba desde la parte alta de lo que hoy llamamos el Paseo Miramar, hasta la actual calle de Santiago Rusiñol, es decir que cruzaba todo el valle. La finca estaba mayormente poblada de algarrobos que murieron helados el terrible Febrero de 1.956. Luego fueron creciendo los pinos en una especie de verde y sombreador relevo. Había también algunas viñas hacia la parte baja del valle.
Pertenecía esta finca a Dª Montserrat Roig Robert, de los Roig de Can Portacreu que no tenían parentesco con los Roig del corral de los que ya hemos hablado, aunque si profundizáramos en el árbol genealógico de las dos familias quizás encontraríamos en tiempos remotos un punto de coincidencia.
El padre de Dª Montserrat fue D. Ricardo Roig Aran conocido procurador barcelonés cuyo nombre ostenta actualmente un importante bufete de abogados que dirige su nieto Javier Sans, hijo de Dª Montserrat, D. Ricardo Roig fue persona conocidísima y muy apreciada en Sitges, en donde durante muchos veranos participó y en ocasiones dirigió, muchas comedias y obras teatrales que tenían un enorme éxito debido al carácter desenfadado y popular de dichas representaciones en las que los participantes eran por encima de actores, amigos.
Los Roig de Can Portacreu tenían diferentes propiedades en la comarca, campos, viñedos y algunas masías, pero seguramente la más conocida de sus propiedades fue durante muchos años una gran casa que poseían en el Paseo de la Ribera de Sitges, esquina a la calle San Pedro y que al ser la auténtica casa de Can Portacreu dio en cierta manera nombre a todas las demás.
Teníamos curiosidad por saber de donde proviene ese sobrenombre de los Roig y la versión que hemos recogido es la siguiente:
Hace muchísimos años, cuántos tampoco importa, hubo unas gentes que se dedicaban a recorrer los pueblos de las diferentes comarcas cercanas a Barcelona en representación del Hospital de la Santa Creu y de Sant Pau pidiendo ayudas y limosnas para ese centro hospitalario barcelonés. Iban vestidos con unos determinados ropajes, más o menos uniformados para identificarse y para demostrar su autenticidad llevaban consigo algunos símbolos, entre ellos una gran cruz.
Parece ser que cuando llegaban a Sitges, lo habían hecho el primer año y continuaron haciéndolo luego, guardaban parte de sus bártulos, algunas ropas y la vistosa cruz en la entrada de la mencionada casa de los Roig, con el permiso de los propietarios, naturalmente, que consentían en ello por tratarse de una misión caritativa. De la puerta de la entrada y de la cruz depositada en ella puede ser que, en efecto, al final quedara todo en un Portacreu que ha durado varias generaciones.
También la masía de Les Torres es conocida como la masía de Can Portacreu. En sus paredes un azulejo nos recuerda el año de su construcción, 1.606, lo cual nos informa de que en el umbral del siglo XVII los Roig eran ya propietarios de esas tierras.
Por cierto que unos terrenos que se extienden hasta Les Torres por encima de la calle de Mercedes Amell, intentó comprarlos el Sr. Casanova para ensanchar la urbanización, pero Dª Montserrat Roig no quiso vender porque su familia, siente un gran cariño por las tierras heredadas de sus antepasados y tan solo accedieron a desprenderse de la Coma d’En Segarra porque, como ya hemos apuntado, quedaba en medio de otros terrenos que se estaban urbanizando, pero se negaron a vender el resto de las tierras que todavía les pertenecen.
En su casa de Can Portacreu de Les Torres, vive actualmente la familia de Magí Marcer, hijo de Joan Marcer Llosas, en “Juanito” de Les Torres, que durante muchos años fue el “masovero” de la casa.
EL FONDO D’EN JACAS
Durante todo el siglo XIX e incluso a principios del XX, fueron muchos los españoles que marcharon a América con la intención de hacer fortuna. Se repartieron por las jóvenes naciones americanas y, al menos los catalanes, lo hicieron en su gran mayoría por Argentina y especialmente Cuba.
Al cabo de unos años en ocasiones de muchísimos años, muchos de ellos decidían volver a envejecer y morir en su propia tierra sobre todo aquellos que habían conseguido amasar una fortuna considerable (en algunos casos un fortunón) lo que les iba a permitir vivir holgadamente y a muchos de ellos con auténtico lujo el resto de sus días.
En Sitges, concretamente, fueron tantos los que regresaron de Cuba que en una misma calle del pueblo se construyeron un gran numero de mansiones señoriales, muchas de las cuales todavía siguen en pie, de tal forma que inevitablemente esa calle pasó a llamarse Isla de Cuba, cuando hasta entonces se había llamado calle del Progreso.
Estos emigrantes se les llamó generalmente indianos, aunque en nuestra comarca y seguramente en otras se les conocían simplemente como “americanos”.
No se trata aquí de narrar las grandezas y miserias de los “americanos”, porque como es lógico suponer, no todos ellos conseguían la suerte que pretendían. No es este el tema que nos ocupa, y si hemos hecho este inciso en nuestra narración es porque este tiene que ver no solamente con los Jacas, sino con otros personajes que irán surgiendo más adelante.
En efecto, cuando empezamos a indagar acerca de los Jacas, familia de la cual fue descendiente y heredera la Sra. Mercedes Amell, alguien nos dijo que el primero de los Jacas de Les Torres fue el abuelo de esta señora, que vino de América y compró los terrenos de lo que luego se llamó el Fondo d’En Jacas y también al otro lado de la carretera hasta la Creu
Pero más adelante, al continuar nuestras indagaciones, pudimos comprobar que eso no era cierto. Los Jacas estaban ahí desde mucho antes y nadie compró esas tierras con dinero traído de América.
Realmente la familia Jacas recaló en Les Torres, construyó su casa pairal y se aposentó en ella muchísimos años atrás. Concretamente en el siglo XVI. Eran de origen francés y su apellido no era Jacas, sino Jaques.
La familia conserva todavía antiquísimos documentos acerca de sus antepasados en los que se ve claramente como debido a sucesivos errores en diversas inscripciones, el Jaques inicial se fue convirtiendo en el Jacas que nosotros conocemos.
Entre los muchos documentos a los que hemos hecho referencia figura el dibujo detallado y completo de un árbol genealógico confeccionado el siglo XIX que comprende las diferentes ramas desde la llegada de los Jaques hasta la fecha en que fue realizada la recopilación (1.860)
Otro curioso documento nos da cuenta, de como uno de los Jaques se libró de cumplir su servicio militar a cambio de que su familia costeara la compra de 30 vestuarios completos (uniformes) para el ejército, por lo que los Jaques pagaron 600 duros de plata en 1.811.
Queda claro pues, que esta familia ha ido legando tierras y hacienda de generación en generación, durante 400 años. Pero nosotros nos remontaremos sólo a los últimos herederos, es decir, a partir del abuelo de Dª Mercedes Amell, que es la persona vinculada a nuestra historia de Vallpineda.
Pere Jacas Carbonell, tuvo cinco hijos, tres varones y dos hembras, llamados Pere, Josep. Joan, Josefa y Balbina respectivamente. De muy jóvenes los tres hijos de Can Jacas marcharon a Cuba, cuando el padre se sintió viejo y cansado, escribió al mayor (l’hereu). Para que viniese a ponerse al frente de su hacienda, pero al hijo no le seducía el ofrecimiento y renunció a sus derechos. Tampoco sus hermanos aceptaron la propuesta paterna, con lo cual a la muerte del viejo Jacas, las fincas la casa y todo el patrimonio pasaron a Josefa, la hija mayor, en calidad de usufructuaria y al morir ésta, sin descendencia, a su sobrina Mercedes Amell, hija de Balbina, la menor de los Jacas, que fue la única de los cinco hermanos que tuvo descendencia.
Los tres hermanos emigrantes murieron en Cuba, relativamente jóvenes y por lo visto, sin haber prosperado demasiado. Los dos más jóvenes no regresaron jamás. El mayor sí lo hizo y cobró de su hermana Josefa una cantidad de dinero renunciando así a la parte que pudiera corresponderle en la herencia con lo que se volvió a Cuba donde falleció poco después.
Josefa Jacas se casó con un vilanovés apellidado Soler y Balbina con Juan Amell Llopis de la masía de los Arnell en Campdásens, casa ésta que aún existe y de la que descienden los diferentes Amell tan conocidos en Sitges.
Juan Amell, padre de Mercedes Amell, fue abogado de la Diputación de Barcelona y murió a una muy temprana edad, lo que le impidió desarrollar sus inquietudes en el campo profesional en donde había ya destacado en la recopilación del “Dret Civil Catalá”, libro de consulta que se ha venido usando hasta hace poco y que se debió al trabajo conjunto de Broca y Amell.
Más adelante Balbina Jacas volvería a casarse, ésta vez con un primo hermano, llamado Pau Anguela Jacas, otro “americano”, que vivía en la calle Isla de Cuba.
También su hija. Mercedes Amell Jacas, se casó dos veces. Primero lo hizo con Saturnino Bertrán y a la muerte de éste con Sebastián Vidal i Vidal hijo de José Vidal Martí que fue alcalde de Sitges hacia el año 1.887. De este último matrimonio nacieron dos hijas, María y Mercedes actualmente señoras de Krauel y Maestroni respectivamente y que residen en Barcelona.
En la actualidad la casa y las tierras de Can Jacas en Les Torres son propiedad de Cristófol Pagés Solé que durante muchos años fue “masovero” de la finca como anteriormente lo había sido su padre Isidro Pagés Rigual.
El Fondo d’En Jacas alcanzaba desde la entrada principal de la Vallpineda actual (entrada de las banderas) hasta Las Torres, final de la calle Mercedes Amell.
LOS TERRENOS – EL FONDAT
Cuando la empresa H.B.S.A. decidió ampliar la creciente urbanización hacia el costado de Sitges, una de las fincas que interesó comprar por su amplitud y magnífica situación fue la denominada El Fondat o Fondach. Situada frente a la carretera donde hoy tenemos los solares del 15 al 20 de la manzana U aproximadamente, ascendía hasta la carena, estando hoy ubicados en su suelo, una parte de las manzanas T y S de la actual Vallpineda.
Para conocer los orígenes de esa finca habríamos de empezar diciendo que a mediados del siglo XIX, un sitgetano llamado Joan Morgades se marchó a Cuba a hacer fortuna, como tantos otros, estableciéndose y permaneciendo allí durante muchos años. Aunque de tarde en tarde, cruzaba el charco y se presentaba en Sitges empujado por la añoranza y para ver a su madre que era viuda y que quedó aquí llorando y suspirando por el hijo que se estaba haciendo rico en América.
En uno de sus viajes, Joan Morgades mandó construir un pequeño hotel en la calle San Gaudencio que se llamo Fonda Subur y que luego con los años y tras las sucesivas reformas y ampliaciones se fue convirtiendo en el Hotel Sitges, que aún existe y funciona.
En otro viaje posterior y preparando ya su vuelta definitiva Joan Morgades, compró unos terrenos al pie de la carretera que conducía y conduce a Sant Pere de Ribes, con ánimo de ubicar en ellos una heredad que, aunque más pequeña, le recordara la que poseía en Cuba, incluso le pondría el mismo nombre: El Fondat.
Así se creó esa hermosa hacienda que tuvo exactamente 90 años de vida. Estaba cercada totalmente por un gran muro y tenia un enorme portalón en su entrada principal frente a la carretera, amén de otras dos entradas, una en la parte posterior y otra en el lado Oeste. Contenía en su interior, entre otros cultivos, muchos frutales, más de cien naranjos y otros muchos árboles. No sabemos hasta que punto puede ser cierto algo que nos contaron acerca de que una parte de la tierra en que se plantaron los naranjos fue traída desde Valencia en unos vagones por ferrocarril. Lo que sí es cierto es que fueron muchos los carros de tierra que tuvieron que ascender por la rocosa pendiente hasta llegar a lograr una superficie alisada y fértil.
En la parte central de la finca se construyó una bonita casa y a un lado de la misma una glorieta con unas resistentes balaustradas, una parte de las cuales adornan hoy, después de más de cien años, la fachada de la discoteca Pacha.
También se construyó una especie de lago de 400 m2 con una profundidad de unos 6 metros, lo que hacia que su capacidad fuese de 2.400.000 litros y que debía llenarse con el agua de las lluvias que serviría para regar las tierras de la propiedad. A tal efecto fue ubicado en un lugar que recogía las aguas de las zonas más elevadas confluyentes en ese punto como su cauce natural.
Esa especie de súper-piscina que incluso tenia unas escaleras de obra que llegaban hasta el fondo, se construyó excavando en la roca, de forma que por la parte Norte y por los costados la propia roca le servia de contención aunque las paredes, naturalmente fueron alisadas y acabadas pulcramente. Por el lado del mar, donde el terreno descendía, se hubo de construir un gran muro que se creyó suficiente para aguantar la presión del agua, una vez que el gran depósito se llenara. Pero no fue así. Veremos lo que pasó.
El 23 de Septiembre de 1.973 fue una fecha que ha quedado grabada en la historia de nuestra comarca como un día nefasto para la misma debido a las inundaciones provocadas por una lluvia torrencial que duró muchas horas y causó enormes destrozos de todo tipo, tanto en los campos como en las zonas urbanas y que incluso se cobró algunas vidas humanas. Todavía hoy, cuando llueve con fuerza, la gente dice exagerando, “Esto parece, -l’aiguat de Santa Tecla-” que podemos decir que es el nombre histórico dé la tragedia porque el 23 de Septiembre la iglesia conmemora la festividad de Sta. Tecla que es por cierto co-patrona de Sitges, junto a San Bartolomé.
Y ahora volvamos al hilo de nuestra historia. Ese día fatídico la gran balsa del Fondat se llenó hasta rebosar y el muro del lado Sur no pudo resistir tanta presión, se resquebrajó, se partió y una especie de ola gigantesca cruzó la carretera y se repartió por los campos del sector Madriguera y Can Milá y fue bajando a incrementar la inundación ya existente.
Por fortuna las casitas del otro lado de la carretera, por entonces no existían porque la catástrofe hubiera sido inevitable.
El muro del depósito se volvió a construir, por supuesto, y esta vez con el grosor necesario y preparado a conciencia contra los elementos. Aunque de todas formas y gracias a Dios, no ha habido luego ningún otro “aiguat de Santa Tecla” muy al contrario cada vez parece haber llovido menos y en los últimos años del Fondat y debido a la sequía la balsa estaba casi siempre vacía.
Cuando Joan Morgades volvió de Cuba para instalarse definitivamente en Sitges, se casó con Sebastiana, una mujer ya madura que se había portado muy bien con la anciana madre de Morgades colmándola de atenciones y convirtiéndose para ella en una especie de dama de compañía. Como ambos eran ya mayores, no tuvieron descendencia con lo que, al morir, dejaron repartidas en herencia sus diferentes propiedades entre las personas que más apreciaban.
El Fondat fue para Josep Solé que había sido encargado y hombre de confianza de Morgades, en la construcción de la Fonda Suburen la que por cierto, sufrió un accidente que le afectó para el resto de su vida. mermando sus facultades físicas
En compensación a su fidelidad, Morgades le llevó al Fondat como masovero-encargado y además, como ya hemos dicho, dejó a Solé como heredero de la finca.
Josep Solé estaba casado con Angeles Marcé. Tenían una hija llamada Josefa que en su día se casó con Andreu Camps i Falç v estos fueron los siguientes herederos y propietarios del Fondat que a su vez legaron a sus descendientes, un hijo llamado José y una hija llamada Ángeles.
Estos dos hermanos se repartieron los bienes heredados de sus padres quedando como propietario único del Fondat; José Camps i Solé que fue quien vendió a H.B.S.A. con lo que la finca desapareció como tal y se convirtió en parcelas edificables
La antigua casa del Fondat, totalmente reformada, se encuentra en la parcela.
EL MAS D’EN LIRI
Exactamente donde hoy está situada la discoteca Pacha hubo desde hacía siglos una masía propiedad de la familia Robert que se conocía con el nombre de Mas d’En Liri. Y se llamaba así porque uno de los primeros Robert propietarios de la mencionada finca se llamo Lirio, según consta en antiguos documentos y escrituras que aun conservan los descendientes de esta familia De ahí, sin duda. el nombre de Mas d’En Liri (la hacienda de Lirio)